lunes, 21 de abril de 2014

Tarta de merengue y limón para el principe de Cenicienta


   Nuestro bosque tiene un bonito estanque con nenúfares para las ranas, rocas para las sirenas y lo que se tercie. A mí, me gusta ir a sentarme allí, a la sombra del sáuce y crear la estampa bucólica que uno se espera por estos lares.
   Un día, mi lugar lo ocupaba un príncipe de ensueño con su capita y su canesú, príncipe doliente al que le caían por las mejillas unas lágrimas como garbanzos.
   Pensé en esfumarme discretamente hasta que me vió y ya no me quedó más remedio que preguntarle si estaba bien.

   Hay amigos de toda la vida a los que vemos venir de lejos y también amigos nuevos que al rato de conocerles es como si hubiésemos ido juntos desde la guardería. El príncipe era de los segundos.
   Hablamos mucho, callamos otro tanto y disfrutamos de nuestra mutua compañía. Finalmente me contó su historia
   El día antes, sus padres habían celebrado un superbaile en palacio para buscarle esposa. Él, para que no se disgustaran, había bailado con unas y con otras, pero la campanada la había dado una bella desconocida que a media noche había huido dejando tras de sí un zapato de cristal y mucha espectación.

   Mientras hablabamos los reyes tenían organizada una búsqueda por todo el reino prometiendo la mano de su hijo a la que fuese capaz de meter el pie en un zapato del 34.
   El asunto es que mi amigo había llegado al límite: Toda la vida se había plegado a lo que se esperaba de él, preparándose para un cargo en el que no creía, pues aquí el heredero tenía un corazón republicano. Y para colmo estaba enamorado de otra persona y no quería casarse con la dueña del zapatito por muy guapa y diviba que fuera. El disgusto a sus padres sería enorme.
   Y es que el chico y el más famoso bandido del bosque se querían desde niños.

   Donde el veía un nudo gordiano yo veía un problema fácil de resolver siempre que estuviese dispuesto a abandonar su vida regalada.
   Estaba dispuesto, así que sólo tenía que renunciar a sus derechos, explicarle a sus padres lo que llevaba en el corazón y venirse a vivir al bosque.
   Envalentonado por mis consejos fue a contarle todo a sus padres. Me gustaría deciros que todo fue como la seda. Pero no puede ser. Hubo gritos, lágrimas y bastante drama. El príncipe  acabó en el bosque con su amor y con una herida en el corazón.
   La boda fue discreta aunque feliz, yo contribuí con una tarta y al final un heraldo real apareció con un ramo de parte de sus majestades que hizo saltar de alegría a mi amigo.


Tarta de limón y merengue

Para la base
250 gr de galletas oreo sin relleno
75 gr de mantequilla a temperatura ambiente
1 c.t. canela
Para el lemon curd
150 ml de zumo de limón
3 huevos batidos
150 gr de azúcar
50 gr de mantequilla 
 Para el relleno
200 gramos de lemon curd
400 gr de queso philadelphia
3 huevos
20 gr de maizena
Para el merengue
3 claras de huevo M
200 gr de azúcar
1 ct de zumo de limón

   Reducir a polvo grueso las  galletas, mezclar bien con la mantequilla y la canela y forrar la base y las paredes de un molde presionando bien. Refrigerar
   Hacer el lemon curd poniendo todos los ingredientes en un cazo a fuego
   Precalentar el horno a 170 º y preparar el relleno: Mezclar con una espátula el queso y el lemon curd y las yemas que habremos batido con el azúcar hasta que blanqueen. Por último incorporar las claras montadas a punto de nieve con movimientos envolventes. Rellenamos la base de galleta con esta mezcla y horneamos 1 hora.
  Pasado este tiempo la dejamos enfriar dentro del horno con la  puerta abierta.
  Justo antes de servir precalentamos el grill a 220º. Hacemos el merengue montando las claras a punto de nieve y añadiendo el azúcar cucharada a cucharada junto con el zumo, batiendo hasta obtener un merengue firme y brillante. Cubrimos con él la crema de limón y le damos un golpe de horno, colocando la tarta en lo mas alto del horno lo justo para que se dore (2 ó 3´)

  * Esta tarta está inspirada en la "Tarta Teresa" del impresionante blog Kanela y Limón.


 

domingo, 13 de abril de 2014

Paulova de nata y el cuento de la lechera

  
 
    Ayer tuve una visita de esas que sólo me pasan a mí. Al responder al timbre de mi guarida encontré
tras la puerta a una chica tocada con un cántaro sobre la cabeza.
    Seguro que habéis oído eso de que la gente se acaba pareciendo a sus mascotas... no quiero entrar en detalles groseros o subidos de tono sobre la fisonomía de esta chica, pero no se si la llaman "la lechera" por su profesión o por su aspecto. Durante toda la conversación que mantuvimos, aunque más bien fuese su monólogo, tuve varias perdidas de atención al ver todos mis recursos absorbidos por aquellas dos ojivas nucleares.
    Estoy divagando, pero creo que le hubiese pasado a cualquiera: hombre, mujer, lactante o militar sin graduación, hubiesen tenido este síndrome de déficit de atención.


    Al tema, la lechera era super fan de mi blog, me seguía desde el principio y venía a proponerme un negocio. Su idea era convertirse en algo así como mi productora. Hoy, con el dinero que sacase de la venta de la nata que llevaba en la cántara pagaría el anuncio de ¡Mi primer libro de recetas! y con lo que recaudasemos con la preventa daría para pagar los gastos de la primera edición.
   Como el libro se vendería como los churros, pronto haríamos una segunda, tercera, incluso una cuarta edición y empezaríamos a ganar pasta.


   Con semejante tirón habría gran demanda de mis talleres por todo el país y ella tendría que llevarme una agenda bien gorda para cuadrar todas las fechas.
   Por supuesto, este éxito pronto atraería la atención de los medios y no tardarían mucho en entrevistarme, ofrecerme mi sección fija en alguna revista dominical y porque no, mi propio programa de televisión. Sería jurado de concursos en prime time...

  
   Tuve que interrumpirla, porque estaba ya entrando en éxtasis y le pregunté cuanto valía la nata que quería vender.
   Le pedí que me la enseñase, le dí el importe y cerre la puerta ante su sorpresa dejándola del otro lado.
   Algunos pensaréis que estaba perdiendo una oportunidad, pero si hay algo que valora este lobo en particular es su intimidad.
   Realmente saqué algo fantástico de su visita: Un nata de primera calidad para hacerme una deliciosa paulova! ji,ji.



Paulova de frutas del bosque de los cuentos

Para el merengue
4 claras de huevo a temperatura ambiente
225 gr de azúcar glas
1 c.s. de maizena
2 c.t. de zumo de limón

Para la cobertura
200ml de nata de montar muy fria
2 c.s de azúcar glas
250 gr de fresas y moras

   Precalentamos el horno a 140º
   Sobre un papel de hornear trazamos un circulo de unos 22 cm
   Tamizamos por separado el azúcar glas y la maizena
   Comenzamos a batir las claras hasta que empiecen a formar picos y vamos añadiendo poco a poco el azúcar glas, batiendo hasta tener un merengue bien firme. Entonces espolvoreamos la maizena y el zumo y con la ayuda de una espátula mezclamos, teniendo buen cuidado de que no se baje, realizando para ello movimientos lentos y envolventes.
    Vertemos sobre el círculo dándole forma con la espátula y ahuecándola ligeramente en en centro.
     Introducimos el merengue en el horno 45 minutos, lo apagamos y lo dejamos dentro para que se seque hasta que esté frío.
    Mientras montamos la nata, batiendo hasta que empiece a estar firme y añadiendo entonces el azúcar restante.
    Cubrir el merengue con la nata y la fruta troceada y a disfrutar.


    La inspiración y el valor para decidirme a hacer esta receta que ha resultado increíblemente fácil me la dio el blog de Loly, O garfelo. Como de costumbre, pese a que la suya lucía mas bonita que un S Luis tuve que hacer alteraciones, ya sabéis que es una tara que tengo, ji,ji El resultado es delicioso y muy espectacular y os animo porque vale la pena.